El Gobierno de Venezuela ha comunicado al Gobierno de Donald Trump que no aceptará la repatriación de sus ciudadanos deportados, en respuesta a la reciente revocación de la licencia que permitía a Chevron operar en el país. Esta medida marca un deterioro en las relaciones bilaterales y plantea desafíos significativos para las políticas migratorias de Estados Unidos.
Revocación de la licencia de Chevron
El pasado martes, la Administración Trump revocó la licencia que permitía a Chevron extraer y exportar petróleo desde Venezuela, otorgándole un plazo hasta el 3 de abril para cesar sus operaciones en el país. Esta decisión fue justificada por la falta de avances en las reformas electorales en Venezuela y la lentitud en la aceptación de vuelos de repatriación de inmigrantes desde Estados Unidos.
Respuesta de Venezuela
En reacción, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, declaró que los vuelos programados para repatriar a migrantes venezolanos desde Estados Unidos se han visto afectados debido a una “tremenda conmoción inexplicable”. Maduro enfatizó que, de ser por él, Chevron continuaría operando en Venezuela, y señaló que la comunicación entre ambos países se ha visto dañada, afectando los vuelos de repatriación.
Implicaciones para Estados Unidos
La negativa de Venezuela a aceptar deportados representa un obstáculo para los planes de deportación masiva de la Administración Trump. Inicialmente, un acuerdo con Maduro había permitido que las deportaciones se realizaran sin contratiempos, pero la reciente decisión sobre Chevron ha tensado las relaciones y amenaza con desmantelar dicho acuerdo. Esta situación complica las políticas migratorias de Estados Unidos y podría afectar a miles de venezolanos que residen en el país sin documentación legal.
Reacciones internacionales
La postura de Venezuela ha generado críticas en la región. El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, declaró que su país no aceptará migrantes deportados de otras nacionalidades y criticó a Maduro por rechazar vuelos con migrantes venezolanos deportados desde Estados Unidos, calificando esta actitud como una “completa falta de empatía”.
Esta escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela refleja la complejidad de las relaciones diplomáticas y las repercusiones de las sanciones económicas en las políticas migratorias y humanitarias.
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