Durante meses, la sala del Tribunal Regional de Aquisgrán escuchó una historia que parecía imposible: la de un enfermero que debía aliviar el dolor de los pacientes terminales y que terminó quitándoles la vida.
El miércoles, el tribunal puso fin al proceso. Ulrich S., de 44 años, fue condenado a cadena perpetua por 10 asesinatos, 27 intentos de asesinato y dos casos de lesiones graves. El fallo estableció además la "especial gravedad de la culpa", lo que reduce casi a cero la posibilidad de que algún día recupere la libertad.
Ulrich S. trabajaba en la unidad de cuidados paliativos del hospital Rhein Maas de Würselen, cerca de Aquisgrán.
Su turno preferido era la noche. En ese horario, las luces se atenuaban, las alarmas de los monitores sonaban menos, y el enfermero buscaba según los jueces que nada ni nadie lo interrumpiera.


