Lima, Peru. – En una maniobra fulminante e histórica, el Congreso de la República del Perú aprobó esta madrugada la vacancia (destitución) de la presidenta Dina Boluarte, alegando su “incapacidad moral permanente”. Su salida ocurre en medio de una espiral de protestas, crisis de seguridad y fuerte rechazo popular.
¿Qué ocurrió?
- En una sesión extraordinaria en la noche del jueves, el Congreso debatió cuatro mociones para destituir a la presidenta alegando fallas graves en su gestión.
- Boluarte nunca respondió al llamado para defenderse ante el Pleno, lo que facilitó que la moción prosperara con 122 votos a favor, por encima de los 87 requeridos para aprobar la destitución.
- Inmediatamente después, José Jerí, presidente del Congreso, fue juramentado como presidente interino bajo el marco de la línea de sucesión constitucional — ya que Boluarte no contaba con vicepresidentes que la sucedieran.
- Su mandato continuará hasta las elecciones generales previstas para abril de 2026.
Contexto de crisis
La destitución de Boluarte no surge de un vacío. Durante su periodo, fue blanco constante de críticas por:
- Aumento de la violencia y la inseguridad
El gobierno fue ampliamente responsabilizado por su incapacidad para contener una ola creciente de criminalidad: homicidios, extorsión y delitos violentos han escalado notoriamente.
Un incidente que tensó aún más el ambiente fue el tiroteo en un concierto en Lima, que evidenció la fragilidad del control estatal.
- Escándalos de corrupción y conflictos éticos
Boluarte enfrentó investigaciones por presunto enriquecimiento ilícito y adquisiciones cuestionables de bienes de lujo, entre ellas la polémica por relojes de alto valor conocida como “Rolexgate”.
Durante sus últimos meses en el cargo, el Tribunal Constitucional suspendió algunas investigaciones en su contra mientras concluye su mandato.
- Desgaste político y pérdida de apoyo legislativo
Aunque en principio algunos partidos apoyaron su gestión, con el tiempo varias bancadas que la habían respaldado cambiaron de posición y apoyaron la vacancia.
Su popularidad se desplomó: encuestas recientes la ubicaban con niveles de aprobación muy bajos, entre el 2 % y el 4 %.
- Movilizaciones y protestas continuas
Desde el inicio de su mandato, Boluarte tuvo que enfrentar movilizaciones sociales, especialmente en los departamentos andinos y zonas rurales, donde comunidades exigían reformas estructurales y renuncia del gobierno.
Las demandas políticas, económicas y sociales se mezclaron con reclamos por derechos humanos y denuncias de represión estatal en enfrentamientos con manifestantes.
Repercusiones y riesgos
- La destitución marca la cuarta vez en este siglo que el Congreso peruano remueve a un jefe de Estado (detrás de Fujimori, Vizcarra y Castillo).
- La estabilidad política queda otra vez cuestionada: Perú ha tenido múltiples crisis institucionales recientes y alta rotación presidencial.
- El gobierno interino de Jerí deberá demostrar que puede contener la violencia y restablecer la confianza pública si quiere evitar nuevas protestas sociales o conflictos institucionales.
- Hay un dilema con las investigaciones pendientes: algunos casos quedaron suspendidos o protegidos legalmente mientras duraba Boluarte en funciones.
- La transición electoral prevista para abril de 2026 adquiere ahora una presión aún mayor para redefinir el rumbo político y la gobernabilidad en el país.


